Acerca del momento.
César Peralta
Sentados en una sala vacía platican en silencio invitados invisibles, me quedo callado y sin que ellos se den cuenta escucho con atención.
“Si lo que nace, perece del mismo modo, un momento se va y no vuelve a pasar dice Enrique Bunbury en una de sus canciones, ¿Eso quiere decir que la vida se va y no vuelve a pasar?" Pregunta uno de los presentes...
Una voz dulce se escucha en la sala, parece ser una mujer joven que contesta convencida: “De momentos, de pequeños momentos, de instantes está formada la vida. Los momentos son eternos porque nunca desaparecen, solamente se van, se van y nunca vuelven, los puedes recordar en otro momento, pero al hacerlo estás perdiendo la oportunidad de disfrutar un nuevo y de hecho el único y verdadero momento, es decir este momento, este momentito, en otras palabras, la vida es un momento.”
“Los momentos no se van, no se pueden ir a ningún lado, lo momentos se quedan ¿A dónde se van a ir?” Cuestiona un joven a la dama y continua su reflexión: “No, si los momentos son eternos entonces estos nunca se van a ningún lado, nunca regresan a algún lado, nunca iniciaron en algún lado y nunca van a desaparecer en algún lado, solamente van a estar ahí en la eternidad”
“¿Cómo es eso?” pregunta un niño. “Algo así como que flotando, como que colgados en el Universo, se quedan ahí en el aire volando y van y vienen y siempre están pasando.” Interviene la voz desenfadada de un joven que pide disculpas al momento de encender un cigarro.
Si los momentos se van y nunca vuelven, ¿por que entonces a veces ni siquiera nos damos cuenta de lo que pasa? Cuestiona la voz angelical del pequeño. Un largo silencio, ninguna respuesta, el niño es ignorado.
La voz del muchacho se escucha de nuevo en esta ocasión afirmando: “Los momentos sí se van y no vuelven jamás, quien diga lo contrario seguramente tiene una máquina del tiempo y puede regresar ahí y vivir todo de nuevo con solo apretar un botón.”
“Tienes razón” replica la dama, “Los momentos, los momentos se pierden en el tiempo. Mientras que uno añora, el otro olvida, mientras que uno sufre, el otro goza.”
“Los momentos se van y lo que paso ya sea bueno o malo ya pasó, es parte del pasado y el pasado es eso, ni más ni menos pasado, tiempo bello quizás, tiempo difícil tal vez, pero definitivamente tiempo muerto.” Se oye la voz de una mujer madura que al decirlo refleja que sabe de lo que está hablando.
“Estoy de acuerdo contigo, sin embargo difiero un poco, el pasado no es tiempo muerto, muchas veces sigue vivo” se escucha la voz de un hombre maduro, una voz cansada por el tiempo, “Los momentos nos marcan para siempre, una experiencia vivida tiene el poder de cambiar toda nuestra realidad y concepción del mundo. Algunos momentos duelen tanto que para curar la herida que dejan en nosotros, toma tiempo, a veces días, meses, años o toda una vida.”
La mujer contesta de inmediato, “Tú no hablas de los momentos, te refieres a los recuerdos” y continua “Quien decide cuando sanamos somos nosotros mismos, no podemos atormentarnos, quejarnos y castigarnos toda la vida.”
“Ya lo pasado, pasado no me interesa, ya lo sufrí y llore todo quedo en el ayer, ya olvide, ya olvide, ya olvide…” canta la voz del muchacho inesperadamente, mientras los otros sueltan la carcajada, el ambiente se relaja de nuevo.
La mujer de la voz dulce comenta “Los malos momentos son los que nos marcan y nos trauman para siempre.”
“Gran error” responde la mujer madura y prosigue “los llamados buenos momentos también dejan una huella profunda en nosotros, por eso muchos viven añorando el pasado, idealizando lo vivido, recordando, recordando y volviendo a recordar tal como cuando un disco de acetato esta rayado, esa gente no vive” concluye.
“Los momentos se quedan si, tienen consecuencias también, pero incluso esas consecuencias son momentos nuevos” opina calmado el viejo. “Es decir no existe otro momento que este preciso momento, que razón tiene Bunbury, un momento se va y no vuelve a pasar”
Un momento se va y no vuelve a pasar, un momento se va y no vuelve a pasar, un momento se va y no vuelve a pasar… y como mantra lo fui repitiendo en mi cabeza despacio, sin prisa, sin esperar, sin controlar, hasta que un silencio interno me sorprendió y mi cuerpo vibro como cuando la luz destella, una verdad universal estaba siendo reconocida.
Comentarios
Publicar un comentario