Moncha y su espera.
Cesar Peralta
Cada atardecer ella las esperaba con mucha ilusión, sabía que llegarían y así era. Entre ellas había un pacto. Ella debía estar ahí y ellas tarde o temprano pasarían a saludarla. No recuerdo un solo día en el que ella fallara, la recuerdo sentada en una silla pegada junto a la reja que daba a la calle esperando su llegada serena, tranquila y amorosa contemplando el cielo.
Mientras esperaba leía cualquier cosa podía ser un libro, una revista, el periódico o un simple panfleto, realmente no le importaba si de todos modos ella disfrutaba la lectura, le encantaba estar enterada de lo que pasaba y aprender algo nuevo cada día. Otras veces en su espera rezaba el rosario en completo silencio y después de hacerlo pedía a dios que protegiera a cada uno de sus siete hijos vivos, a sus dos hijas muertas, a sus nietos, vecinos, parientes, amigos y todo aquel del que se acordara.
A veces ni leía ni rezaba, aprovechaba cuando alguien que pasaba por ahí la saludaba y platicaba con ella, no importaba el tema ella disfrutaba la plática, muchas veces me senté junto a ella a esperar y mientras esperábamos la conocí un poco más, me contaba de su niñez, de su madrina y sus maestras. No hablaba mucho de su pasado que sin duda no fue nada fácil. Su marido la dejo cuando sus hijos eran muy pequeños, por lo que tuvo que trabajar para sacarlos adelante, siempre me sentí muy orgulloso de compartir esta parte de su vida con mis amistades, me gustaba presumir a la mujer valiente y admirable que vivía en casa.
Creo que por lo doloroso de su pasado, un día decidió borrarlo y solo recordar momentos felices y ese día comenzó a vivir al máximo disfrutando de las cosas más simples de la vida, agradecida de vivir cada momento y dispuesta a tocar los corazones de las personas que estaban a su alrededor. Desde ese día no se preocupo más de lo que había vivido antes y no se preocupo mas por lo que el futuro le depararía. Simplemente confiaba en que todo iba a estar bien y cuando tenía algún problema recurría a su dios que siempre la consolaba y al que promovía con su simple presencia y acciones, sin darse cuenta sus palabras amorosas debilitaban hasta al más duro y sus manos sanaban a quien tocaba.
La recuerdo sentada ahí en su silla, en su lugar, en su espera enviándome besos y bendiciones mientras me subía al carro para regresar a trabajar por las tardes. La veo también llamando por teléfono a sus hijos para que la fueran a visitar, muchas veces sin ningún éxito. Cuando lo conseguía, se ponía feliz, se arreglaba temprano, se vestía y se perfumaba ya sea para recibirlos o para ir a cualquier lado con ellos, el lugar no importaba ella lo disfrutaba muchísimo. Algunas veces se quedaba en casa sola, nadie tenía tiempo para ella, le decían que tenían familia y otras obligaciones por lo que no podían visitarla. Ella les creía y estaba lista para que la próxima semana tomara el teléfono y los llamara de nuevo.
La recuerdo jugando con sus nietos, viendo asombrada la vida de los animales salvajes en la televisión, la veo riendo, disfrutando, amando su vida. La recuerdo caminando hacia la iglesia -sin duda su lugar favorito- sostenida del brazo de su hija o alguna amiga de su edad. Recuerdo con que amor se expresaba de las personas que conocía y con qué inocencia y simpleza vivía la vida.
Esta mañana mientras caminaba hacia el trabajo, el Universo me regalo un espectáculo invaluable, justo enfrente de mí una parvada de aves volando en perfecta sincronía me saludo, danzando en una coreografía majestuosa. Me quede ahí observándolas, admirándolas, asombrado de ver tanta perfección tal y como Moncha lo hacía. Esta mañana mi abuela me dijo te amo de la manera más bella, esta mañana escuche su voz, sentí su presencia y me recordó lo hermoso que es observar con el corazón la belleza de la vida.
Desde hace un tiempo la silla en donde Moncha esperaba ver pasar las aves está vacía, ya no la necesita ahora ella vuela con ellas, está en los animales salvajes, en las flores más bellas, se funde en las profundidades del mar y se adorna con las estrellas y la luna.
Mientras esperaba leía cualquier cosa podía ser un libro, una revista, el periódico o un simple panfleto, realmente no le importaba si de todos modos ella disfrutaba la lectura, le encantaba estar enterada de lo que pasaba y aprender algo nuevo cada día. Otras veces en su espera rezaba el rosario en completo silencio y después de hacerlo pedía a dios que protegiera a cada uno de sus siete hijos vivos, a sus dos hijas muertas, a sus nietos, vecinos, parientes, amigos y todo aquel del que se acordara.
A veces ni leía ni rezaba, aprovechaba cuando alguien que pasaba por ahí la saludaba y platicaba con ella, no importaba el tema ella disfrutaba la plática, muchas veces me senté junto a ella a esperar y mientras esperábamos la conocí un poco más, me contaba de su niñez, de su madrina y sus maestras. No hablaba mucho de su pasado que sin duda no fue nada fácil. Su marido la dejo cuando sus hijos eran muy pequeños, por lo que tuvo que trabajar para sacarlos adelante, siempre me sentí muy orgulloso de compartir esta parte de su vida con mis amistades, me gustaba presumir a la mujer valiente y admirable que vivía en casa.
Creo que por lo doloroso de su pasado, un día decidió borrarlo y solo recordar momentos felices y ese día comenzó a vivir al máximo disfrutando de las cosas más simples de la vida, agradecida de vivir cada momento y dispuesta a tocar los corazones de las personas que estaban a su alrededor. Desde ese día no se preocupo más de lo que había vivido antes y no se preocupo mas por lo que el futuro le depararía. Simplemente confiaba en que todo iba a estar bien y cuando tenía algún problema recurría a su dios que siempre la consolaba y al que promovía con su simple presencia y acciones, sin darse cuenta sus palabras amorosas debilitaban hasta al más duro y sus manos sanaban a quien tocaba.
La recuerdo sentada ahí en su silla, en su lugar, en su espera enviándome besos y bendiciones mientras me subía al carro para regresar a trabajar por las tardes. La veo también llamando por teléfono a sus hijos para que la fueran a visitar, muchas veces sin ningún éxito. Cuando lo conseguía, se ponía feliz, se arreglaba temprano, se vestía y se perfumaba ya sea para recibirlos o para ir a cualquier lado con ellos, el lugar no importaba ella lo disfrutaba muchísimo. Algunas veces se quedaba en casa sola, nadie tenía tiempo para ella, le decían que tenían familia y otras obligaciones por lo que no podían visitarla. Ella les creía y estaba lista para que la próxima semana tomara el teléfono y los llamara de nuevo.
La recuerdo jugando con sus nietos, viendo asombrada la vida de los animales salvajes en la televisión, la veo riendo, disfrutando, amando su vida. La recuerdo caminando hacia la iglesia -sin duda su lugar favorito- sostenida del brazo de su hija o alguna amiga de su edad. Recuerdo con que amor se expresaba de las personas que conocía y con qué inocencia y simpleza vivía la vida.
Esta mañana mientras caminaba hacia el trabajo, el Universo me regalo un espectáculo invaluable, justo enfrente de mí una parvada de aves volando en perfecta sincronía me saludo, danzando en una coreografía majestuosa. Me quede ahí observándolas, admirándolas, asombrado de ver tanta perfección tal y como Moncha lo hacía. Esta mañana mi abuela me dijo te amo de la manera más bella, esta mañana escuche su voz, sentí su presencia y me recordó lo hermoso que es observar con el corazón la belleza de la vida.
Desde hace un tiempo la silla en donde Moncha esperaba ver pasar las aves está vacía, ya no la necesita ahora ella vuela con ellas, está en los animales salvajes, en las flores más bellas, se funde en las profundidades del mar y se adorna con las estrellas y la luna.
Q hermosa esta la nota fonchito, gracias por recordarnos la belleza que se oculta en las cosas simples y comunes de nuestra vida. Un beso primo..........
ResponderEliminarPD.- Me hiciste llorar y recordarla....
Bonitos recuerdos y si Monchita disfrutaba de todo a su alrededor, Besos hermano te quedo muy bonito.
ResponderEliminarSimplemente una Mujer virtuosa...
ResponderEliminarproverbios 31:10-31
Felicidades, una nota muy bonita, estoy seguro que moncha esta disfrutando mucho de esta maravillosa nota. Gracias por compartirlo
ResponderEliminarKamadeva
Hola Primo, mi abuelita es un ejemplo a seguir, siempre bondadosa, llena de amor, serena, paciente, gracias por recordármelo, te quiero mucho, saludos, abrazos y besos !!!
ResponderEliminarme encanto la nota primo y si aun la recuerdo en esa silla a lado de la reja,siempre cariñosa,amorosa con todos y cada uno de nosotros,y ciertamente disfrutando la naturaleza al máximo.te queremos y extrañamos mucho monchita.
ResponderEliminarGracias hijo.
ResponderEliminarEs verdaderamente bello lo que escribes, en esta ocasion me senti muy conmovido con el recuerdo de mi madre, en verdad ella era una viejecita muy linda y amorosa..
Que hermoso regalo te diò mi abue Monchita!!! ella siempre estarâ acompañandonos pues es uno de nuestros grandes angeles protectores!!!
ResponderEliminarme hiciste llorar mucho te quiero
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